lunes, 26 de febrero de 2007

EL OLIVO





Esta daga dice que la amé
y no miente: sangra.

El olivo crece en una luz
mineral, compacta,

y entre sus ramas hay un cuerpo
ofrendando al firmamento
los altares del pasado.

Sus ramas son catedrales que le cantan
una canción a la muerte desolada.
Yo junto frutos de su sangre en mi canasta
y me sé feliz.

En las hojas velas de color
arderán al alba

y el olivo beberá el amor
que murió al matarla.

Y entre sus ramas frutos nuevos
ofrendando al firmamento
aceitunas coloradas.

Sus ramas son catedrales que le cantan
una canción a la muerte desolada.
Yo junto frutos de su sangre en mi canasta
y me sé feliz.

Letra y música: C. J. Aldazábal

2 comentarios:

Rolando Mendoza B. dijo...

Carlos:
En mi humilde opinión, creo que deberías grabar algunas de estas buenas canciones de manera profesional. Esta me gustó mucho.

R. Mendoza.

C. J. Aldazábal dijo...

Ojalá pudiera hacerlo!

No pierdo las esperanzas.

Te mantengo al tanto por si alguna vez ocurre...